Descubre porqué en Finlandia y en las escuelas Waldorf apenas hay deberes
¿Recuerdas cuándo fue la última vez que tu hijo de primaria volvió a casa sin deberes?
¿Echas de menos aquellos días apacibles en los que tu hijo podía volver del colegio y jugar hasta la hora de la cena? ¿Sabías que existen otras formas más eficientes de aprendizaje?
¿Echas de menos aquellos días apacibles en los que tu hijo podía volver del colegio y jugar hasta la hora de la cena? ¿Sabías que existen otras formas más eficientes de aprendizaje?

Este magnífico video nos muestra, de una forma brillante, la dura realidad que millones de niños están afrontando en nuestro país. Las consecuencias de la sobrecarga diaria de tareas extraescolares están siendo tan graves que, por fin, numerosos padres, asociaciones y colectivos de todo el mundo se han organizado para denunciar esta situación. Una búsqueda sencilla en internet arroja miles de resultados en todo el mundo, desde la voz de alarma de UNICEF hasta la huelga de deberes en Francia, las protestas de sus homólogos en España, pasando, por ejemplo, por los 29 perjuicios para los alumnos, los profesores, las familias y para la sociedad que encontró el estudio del consejo escolar de Navarra, realizado tras las denuncias presentadas al defensor de pueblo.
Lo más asombroso de todo —aviso que esto que voy a decir puede afectar a los padres más sensibles—, es que «NINGÚN estudio científico ha demostrado que los deberes proporcionen algún beneficio, académico o de otro tipo, hasta la edad de aproximadamente 15 años, beneficios que desaparecen cuando se aplican técnicas de análisis más sofisticadas». Así lo afirma el investigador Alfie Kohn, autor del ya célebre libro El mito de los deberes (Kaleida), probablemente la investigación sobre los deberes —y sobre las investigaciones sobre los deberes— más profunda realizada hasta la fecha.

Sí, han leído bien. Este tratado sobre las tareas extraescolaes concluye que los deberes no aportan ningún beneficio académico, ni desarrollan la responsabilidad, ni la autonomía, y que «teniendo en cuenta las claras desventajas —frustración, agotamiento, conflictos familiares y posible pérdida del interés por aprender— parece claro que los deberes ofrecen sufrimiento y, a cambio, ninguna ventaja».
En este punto animo a los padres a que lean El mito de los deberes y que, después, realicen su propia investigación; comprobarán que las claras y reveladoras afirmaciones de Kohn son confirmadas, una y otra vez. Véase, por ejemplo, el estudio de la Universidad de Sydney que insiste en que los deberes en primaria no ofrecen ningún beneficio y sólo limitados resultados en secundaria.
Dicho de otro modo, los deberes conseguirían, a partir de la mitad de secundaria «consolidar las destrezas de los niños y los jóvenes para hacer deberes». Es decir, podrían ser útiles para realizar operaciones reiterativas, mecánicas e unívocas. Sin embargo, expertos de todos los ámbitos nos insisten, una y otra vez, en la escasa rentabilidad educativa de estas habilidades, afirmando que el avance de nuestra sociedad, incluso desde un punto de vista económico, depende de que concentremos nuestros esfuerzos educativos en fomentar y entrenar cualidades como la «versatilidad, creatividad, visión de futuro y emprendimiento», competencias que son reiteradamente ignoradas —cuando no perjudicadas— por los deberes y, en general, por nuestro sistema educativo.
Parece incomprensible, pero a pesar de estas ineludibles evidencias sobre su inoperatividad, y de las importantes consecuencias negativas para niños y familias, la plaga de los deberes, junto con exámenes cada vez más numerosos, está extendiéndose y robando en primaria cada vez más tiempo de juego de nuestros hijos. Su tiempo para ser niños. Un tiempo de juego que los estudios científicos demostraron hace tiempo que está directamente relacionado con la potenciación de la creatividad y de las habilidades sociales. Al impedirles jugar les estamos coartando la oportunidad para desarrollar sus potenciales como seres humanos completos, su curiosidad y su ganas por aprender e investigar; en definitiva, su interés natural por descubrir el mundo y el papel que juegan en él. Esta dolorosa pérdida está llegando a afectar ya incluso a los niños de educación infantil. Los estudios demuestran que el aumento de los deberes hacen imposible el realizar otras actividades y que España, con unos resultados más que mediocres en la pruebas estandarizadas internacionales sobre rendimiento académico, es uno de los países con más deberes de toda la OCDE.
Por todo ello, resulta vital recordar y hacer saber que numerosos métodos pedagógicos como Waldorf, Montessori y otros, demostraron hace décadas que se pueden obtener los máximos rendimientos académicos (y humanos) sin apenas deberes ni exámenes, sólo con el más que suficiente tiempo que los alumnos pasan cada día en el colegio. Y eso se consigue gracias a la profunda preparación y entrenamiento de los profesores y a que en estos centros la enseñanza y el de aprendizaje se conciben de otra manera. Radicalmente distinta.
En las escuelas Waldorf,
- La educación se personaliza. Se respeta el ritmo de aprendizaje de cada niño y se huye de las pruebas estandarizadas.
- Se trabaja la creatividad y se fomenta la curiosidad y la participación. El aprendizaje se experimenta y se vivencia y sólo después, cuando el niño está maduro, se conceptualiza. Además de la memorización, se entrena el razonamiento y el aprendizaje mediante la memoria muscular. Se busca la colaboración por encima del individualismo.
- Se evita la competencia y las calificaciones numéricas, y los exámenes son casi inexistentes.
- La lectoescritura no se comienza hasta los seis años.
- Los alumnos tienen tiempo para todo. Se da importancia al juego y al descanso.
- Los docentes son muy valorados, y su preparación y entrenamiento, muy intensos, con largos períodos de prácticas (con 900 horas de prácticas de especialización en centros Waldorf además de las realizadas previamente en su formación general universitaria).
- El currículo es común para todos los centros Waldorf, pero puede ser adaptado. Los profesores diseñan y planifican los contenidos para conseguir sus objetivos ajustándolos a las necesidades específicas de sus alumnos.
- Los padres se implican en la educación y en la formación de sus hijos, y los hogares son una extensión de lo que sucede en la escuela.

A pesar de todas las evidencias, a algún lector estas características todavía le podrían parecer inverosímiles, y los métodos educativos demasiado exóticos. Sin embargo, los emplean con rotundo éxito un número creciente de países, entre ellos los campeones del informe PISA: Finlandia y Corea. De hecho, es importante resaltar que en en casi todos los aspectos esenciales «el milagro finlandés» es un espejo del método Waldorf, una pedagogía con gran raigambre y tradición en Finlandia y el resto de países nórdicos . Allí, al igual que en las más de 3.000 escuelas Waldorf de todo el mundo, se está poniendo el énfasis en la excelencia de un profesorado que considera, según Tony Wagner de la Universidad de Harvard, que «lo más importante para el aprendizaje no es el currículum basado en la memorización, sino un currículum fundamentado en la capacidad de razonar».
Los resultados de todos estos estudios demuestran que estos planteamientos educativos y susmétodos pedagógicos son mucho más efectivos, profundos, duraderos (y divertidos). Por eso los niños no necesitan repetir en casa lo que ya han trabajado en clase. Las razones de este hecho se comprenderán mejor mediante un caso práctico, por ejemplo el conocer una clase de matemáticas Waldorf, un atractivo tema que abordamos en un post anterior y que en pocos días ha logrado miles de visitas.
Conclusión

Para terminar, y centrándonos en el tema que nos ocupa, en el seno familiar «muchas veces los deberes nos parecen una competición de resistencia», escribe Khon en El Mito de los Deberes. «El coste psicológico puede ser importantísimo para un niño de primero de primaria que no sólo está confuso a la hora de resolver cálculos u ortografía, sino que, además, le resulta muy duro aceptar la idea de sentarse a trabajar de nuevo después de la escuela para hacer más deberes»
Si tu hijo de primaria acude regularmente a casa con una hora o más de deberes o con tareas que sólo puente completar con tu ayuda, sé valiente: recupera la armonía en tu hogar y la infancia de tu hijo. Visita una escuela Waldorf, donde los deberes sólo aparecen en cuarto curso, e incluso entonces sólo se asignan para propósitos específicos. Mi hijo, precisamente de cuarto, apenas trae deberes una vez a la semana. Pero, siendo justos, debería aclarar que a esas tareas difícilmente se les puede dar el nombre de deberes. Son tareas que mi hijo ha elegido, frecuentemente pequeñas investigaciones o proyectos que le permiten ejercitar su creatividad, su capacidad de realizar razonamientos profundos u operaciones complejas, o labores que permiten llevar la música o el arte a la vida cotidiana de nuestro hogar.
Es preciso asumir que existe otras formas de aprender. Y que funcionan. Los resultados objetivos nos muestran que la inteligencia, la creatividad y sensibilidad humanas nos han legado métodos de enseñanza eficientes, hermosos y esperanzadores. Métodos que que se están abriendo paso de forma imparable. Métodos que son el futuro y el presente, un fenómeno se está extendiendo de forma cada vez más rápida: existen ya más de 500 iniciativas en España que proporcionan una alternativa educativa, siendo la pedagogía Waldorf la más veterana y frecuente. Este cambio de paradigma es una realidad. Ya existen escuelas que emplean métodos punteros, no sólo en países lejanos y exóticos sino, probablemente, en nuestra misma ciudad o región, casi a la vuelta de la esquina.
¡Por fin nuestros hijos tienen derecho a ser niños! ¡Celebrémoslo!
Para profundizar, a los abundantes enlaces incluidos en el texto (los subrayados), puede añadirse:
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