Enseñar
a preguntar
Descartes me mató el punto con su pienso, luego existo. Yo habría enunciado pregunto, luego existo. Es que es inverosímil, absurdo, sospechoso, que no enseñemos a preguntar a nuestros estudiantes. Nunca o casi nunca. La pregunta es la estructura, el cuerpo, la arquitectura del preguntar. Y el preguntar es el más esencial de los inicios hacia el conocimiento.
Atiborramos a los estudiantes durante años con preguntas en test, pruebas, exámenes, interrogándolos por aquello que les hemos enseñado y damos respuestas a preguntas que ellos no nos han hecho.
¿Qué clase de enseñanza es esta?
Y a pesar de que los abrumamos con un sinnúmero de preguntas, ¿cuándo les enseñamos a ellos a preguntar? ¿En qué momento les enseñamos la estructura de la pregunta y la importancia de preguntar al mundo, a las cosas, a la realidad y a la irrealidad? Así como la pregunta es el andamio, el preguntar es el puente entre lo que conocemos y lo que desconocemos.
El preguntar ha constituido la ciencia, la filosofía, la literatura, la religión, la tecnología, la historia misma del hombre. ¿Qué es la distancia, sino tiempo, y por qué el tiempo es mucho más que distancia? ¿Cómo es posible que estemos humanizando la inteligencia artificial y con ello nos estemos deshumanizando los hombres? ¿Por qué la vida y la muerte necesariamente van juntas, no obstante que la vida es finita y la muerte eterna?
La pregunta y el preguntar son esenciales a la enseñanza-aprendizaje porque despliegan en el estudiante no sólo la curiosidad, el anhelo de saber, sino que desarrollan el pensamiento interrogativo, el pensamiento intuitivo, el pensamiento lateral, el pensamiento divergente y el pensamiento synvergente.
Pregunta-andamio y preguntar-puente que des-cubren la realidad y la irrealidad, lo posible y lo imposible para el conocimiento humano, entonces debemos cultivar en nuestros estudiantes el preguntar simple, el preguntar hipotético, el preguntar profano, el preguntar hereje…
¿Por qué Dios es sólo alcanzable por intermedio de la fe? El preguntar es también otro camino hacia la idea y la intuición del bien, del conocimiento y de Dios. Es el puente entre el hombre y su Creador. Y si ese puente no está bien construido, la respuesta no arrojará aprendizaje ni conocimiento… ni la posibilidad de Dios.
Una madeja de fino hilo entramada, enredada entre el aprendizaje colaborativo, el resumen, la síntesis, el análisis, la pregunta y el preguntar. Todo ahí y nada a la vez. Tenía en esa madeja, sin saberlo, el modesto inicio de lo que es hoy el Método Emilia. Pero tendrían que transcurrir muchas distancias y muchos tiempos para tirar el hilo conductor.
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