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El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender (Montaigne)

sábado, 20 de marzo de 2021

Los niños no necesitan castigos, porque no necesitan sufrir para mejorar

 * https://escuela.bitacoras.com/2020/05/20/los-ninos-no-necesitan-castigos-porque-no-necesitan-sufrir-para-mejorar/?fbclid=IwAR3EvPBJo04mUtnOjLm3g0Zbpc9GEexWXIEpZfKGoTcLrpMsforiFIcsFTY

La mayor parte de los que hoy somos madres y padres crecimos conviviendo con los castigos. Tardes sin salir, horas en la silla de pensar, domingos sin paga... son algunos ejemplos de las condenas que muchos tuvimos que cumplir por perpetrar travesuras, cometer errores o comportarnos de forma indebida. El castigo ha sido un recurso común durante muchísimas generaciones, tanto que ha llegado a asimilarse como una herramienta educativa eficaz e indispensable. Tan normalizado está que no todos los padres se detienen a reflexionar sobre el auténtico significado del término 'castigar'.

¿Qué significa castigar, en el contexto de una relación padre-hijo? Dicho con pocas palabras, castigar es hacer sufrir a un niño que no se ha comportado correctamente, partiendo de la premisa de que dicho sufrimiento le hará mejorar en el futuro. El sufrimiento puede adoptar formas muy variadas: bofetón, azote, retirada de privilegios, prohibición de hacer algo deseado, malas palabras... El objetivo es que en el futuro, antes de 'portarse mal', el niño recuerde lo mal que lo pasó con el castigo. La posibilidad de repetir sufrimiento debería borrar de su mente la idea de hacer algo incorrecto o prohibido.

https://youtu.be/-I3E0jZFWVw

Qué dicen los castigos del adulto que los impone?

Hay muchas cosas que puedes provocar sin darte cuenta cuando castigas a tus hijos. Pero, ¿te has parado a pensar en lo que dice el castigo del padre que recurre a él? Considerando la definición de 'castigar' que acabamos de proponer, tomar la vía del castigo supone asumir que los niños necesitan sufrir para mejorar. "¿De dónde hemos sacado esa loca idea de que para que los niños se porten mejor, antes tenemos que hacerles sentir peor?", se pregunta Jane Nelsen, creadora del modelo de Disciplina Positiva.

Además, hay que tener en cuenta que los castigos no suelen funcionar como un código penal. No se trata de sanciones analizadas y mesuradas, sino que suelen imponerse en momentos de alta tensión, incluso improvisando. Esto multiplica el riesgo de que sean excesivos y por tanto injustos. Y la injusticia será más grave si quien la aplica tiene miedo de rectificar. Igual que todavía hay muchos padres que recurren el castigo, también los hay que opinan que "las amenazas hay que cumplirlas; si no, los niños creen que pueden salirse con la suya". En realidad, ceder no debilita nuestra autoridad, sino todo lo contrario.

Entonces, ¿por qué tantos padres continúan empleando el castigo? Hay múltiples respuestas para esta pregunta. Pero en muchos casos lo hacen sencillamente porque da resultado. "Sí, a corto plazo funciona. El problema es que también conlleva una serie de efectos no deseables", advierte el psicólogo Alberto Soler en el curso «Rabietas y límites desde el respeto». Conviene ir más allá: que algo funcione no implica que sea aconsejable. Un cañón puede funcionar si quieres matar mosquitos, el problema es que derribarás tu propia casa al usarlo. Antes de imponer castigos, valora las consecuencias a medio y largo plazo; por ejemplo, cómo pueden afectar a la motivación de tus hijos.

https://youtu.be/tpyV_Tw-9lc

Excusas para castigar vs alternativas al castigo

"Pues a mí me castigaron muchas veces y no salí tan mal". Es una reacción clásica cuando se cuestiona el uso de castigos. Quien replica así no ha acabado de comprender que no salió tan mal pese a los castigos y no gracias a ellos. Porque quizá mejoró su comportamiento por miedo al castigo; pero los valores y las competencias útiles para la vida no pueden transmitirse a base de temores. Nunca es tarde para volver la vista atrás y conocer el estilo de apego que marcó tu infancia, ni para descubrir tu estilo parental y entender cómo influye en tus hijos.

"Vale, pero si no puedo castigarles, ¿qué hago?". Otra de las reacciones frecuentes. Sí: existen numerosas alternativas al castigo. La Disciplina Positiva ha estudiado un amplio abanico de opciones: consecuencias lógicas y/o naturales, reuniones familiares en las que pactamos normas, herramientas para facilitar la comunicación... "Eliminar el castigo no significa dejar que los niños hagan lo que les apetezca", subraya Jane Nelsen. Lamentablemente, no hay ninguna fórmula mágica que haga desaparecer todos los conflictos.

Porque ante todo, los padres debemos estar dispuestos a entender. A entender que son niños y por eso tienen rabietas, contestan, pelean con sus hermanos, desobedecen... Porque están aprendiendo a ser mejores. No podemos agitar una varita y solucionar los problemas; pero sí está en nuestra mano tener la voluntad de frenar, reflexionar y elegir una manera respetuosa de acompañarles en su camino. Ante un comportamiento indebido, nuestra prioridad siempre debe ser enseñarles una alternativa adecuada. Y no, ningún niño necesita sufrir para comprenderla.

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