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El niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender (Montaigne)

martes, 1 de marzo de 2016

Electoescritura, no antes de los 6 años

http://trasteandoenlaescuela.com/adios-fichas-hola-evidencia-cientifica/


En el año 2013, más de 130 expertos educativos de Reino Unido se unieron para escribir una carta al gobierno británico. Esa carta, formaba parte de una campaña mucho más amplia llamada “Too much, too soon” – que vendría a significar algo como: “Demasiada cantidad, demasiado pronto” –, y que trata de poner el foco de atención en las investigaciones que confirman algo que nadie sospechaba: empezar demasiado pronto con la lectoescritura es perjudicial para los niños. Bueno, nadie nadie… igual no. A lo mejor alguno sí que se lo imaginaba. A lo mejor hasta nos lo imaginábamos unos cuantos. A lo mejor éramos miles. Lo divertido de todo esto es que no lo dice un grupo de rebeldes antisistema sino profesores, directores de colegios, investigadores, catedráticos de universidades que salen en las películas… no sé, un poco de credibilidad parece que deberíamos darle, ¿no?
Dice la carta arriba mencionada:
“Hay estudios que han comparado grupos de niños en Nueva Zelanda que empezaron la alfabetización formal a las edades de 5 y 7 años. Los resultados mostraron que la introducción temprana de la lectoescritura no mejora las habilidades lectoras de los niños, y puede ser perjudicial. A los 11 años no había diferencia en el nivel de habilidad lectora entre los dos grupos, pero los niños que empezaron a los 5 años desarrollaron actitudes menos positivas hacia la lectura, y mostraron una comprensión lectora más pobre que aquellos niños que habían empezado más tarde. En un estudio independiente sobre resultados lectores en niños de 15 años de 55 países, los investigadores mostraron que no había asociación significativa entre consecución lectora y edad de ingreso escolar”.
Llegados a este punto es muy tentador escribir “y los maestros dejaron de utilizar fichas y todos volvieron a ser felices. Fin”, pero la experiencia nos demuestra que hace falta mucha más información para conseguir un cambio cuando se trata de costumbres que llevan mucho tiempo arraigadas y que nadie se cuestiona.
Pongamos un ejemplo rápido: tienes los pies planos y te están empezando a molestar con las horas de trabajo en pie. Un amigo que vive en otro país te ha contado que a él su traumatólogo le ha facilitado unas plantillas que le están funcionando estupendamente, así que tú decides hacer lo mismo y te acercas a ver a tu especialista más cercano. Después de revisar la radiografía, el traumatólogo confirma el diagnóstico y empieza a hablar contigo del tratamiento: una operación para introducir unos tornillos de acero*. La rehabilitación es dolorosa y no muy rápida, pero ninguna intervención quirúrgica está libre de molestias… Tú empiezas a alarmarte un poco, ¿no te había dicho tu amigo que bastaba con unas simples plantillas? Se lo comentas a tu traumatólogo que se pone un poco a la defensiva, porque él es el profesional y esa operación llevan haciéndola décadas, ¡hasta te lo puede mostrar en el protocolo del hospital! Tú intentas obtener un poco más de información: ¿cuáles son los riesgos y beneficios de la intervención? La respuesta es que puede mejorar, pero que también pueden quedar molestias. ¿Y si sólo usas plantillas? También mejoran los síntomas y también pueden seguir las molestias… Pregunta 1: ¿QUIÉN EN SU SANO JUICIO ELEGIRÍA EL PROCEDIMIENTO INVASIVO SI EL RESULTADO VA A SER EL MISMO MÁS LOS RIESGOS DE CUALQUIER OPERACIÓN? Pregunta 2: si confías en las investigaciones en el mundo de la medicina, ¿POR QUÉ NO CONFÍAS EN LAS INVESTIGACIONES EN PEDAGOGÍA?
¿Qué dicen las investigaciones?
Aparte de los estudios que cita la carta anterior y todos los recogidos en la web de la campaña, existen otras investigaciones que reiteran la misma idea. Esta investigación de la Universidad de Florida del Norte concluye que los alumnos que asistieron a preescolar en un colegio de estilo muy académico y dirigido tuvieron peores notas que sus compañeros al cabo de 6 años. En EEUU, se implantó en 2001 la ley “No child left behind” que promueve la repetición sistemática de test y pruebas de forma que los niños consigan mejores notas en ese tipo de evaluación, los resultados están siendo tan terroríficos que el actual gobierno americano está intentando reemplazarla. Más allá de los resultados académicos, un estudio europeo ha relacionado directamenteel aumento de psicopatologías infantiles con la reducción de las horas de juego (y sí, el tiempo que los niños pasan haciendo fichas… o deberes, se descuenta automáticamente de las horas de juego). Igual todo el problema reside ahí: no sabemos cómo funciona el cerebro, en general, y el del niño, en particular. Pero eso ya da para otra entrada…
La pregunta, sin embargo, sigue siendo la misma: ¿vas a dejar que te pongan los tornillos o vas a buscar a un profesional actualizado que te haga unas plantillas?
* NB: este ejemplo concreto está basado en un hecho real, hace 20 años se puso de moda realizar esta intervención de forma bastante rutinaria. Como puede leerse en el enlace a la web de la Biblioteca Nacional de Medicina de EEUU es una práctica completamente innecesaria y no exenta de riesgos. Las cicatrices de mis tobillos lo confirman.

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